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Iglesia en Zamora 177: Cristo Rey

24/11/2013

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Iglesia en Zamora 177: Cristo Rey

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Muy queridos amigos:

Celebramos este Domingo la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, y Clausura del Año de la Fe, que estamos viviendo con toda la Iglesia desde Octubre del pasado año, con lo cual este día tiene un gran significado en nuestro caminar cristiano.

Reconocer a Jesucristo como el Rey del Universo implica que lo contemplamos como el Señor y la Cabeza de toda la Creación, ya que así ha sido constituido por Dios Padre por su Encarnación, su Muerte y Resurrección. Esto supone que toda la realidad existente está referida a su persona, ya que en Él encuentra su origen, fin y consistencia.

Gracias a la fe llegamos a confesar a Jesús como el Rey del Universo, ya que así lo ha proclamado la Iglesia a lo largo de su trayectoria histórica, para que, acogiéndonos a su Reinado mesiánico, alcancemos los dones de la justicia, la redención y la salvación que Él nos ofrece con vistas a que la humanidad entera se construya según su voluntad.

Nos corresponde agradecer intensamente a Dios el don de este Año de la Fe, que hoy se concluye, ya que en él hemos podido redescubrir más intensamente lo que conlleva y lo que nos aporta la fe cristiana, en cuanto que nos ha ayudado a comprender y confesar que Cristo es el “iniciador” y el “consumador” de nuestra fe trinitaria.

Así en Cristo está el origen de nuestra experiencia de fe, en cuanto que Él ha sido enviado y se ha hecho presente entre nosotros para abrirnos, enseñarnos y encaminarnos hacia la relación de filiación con Dios Padre, núcleo de la fe, y por ello siempre podemos acudir a Jesús para continuar aprendiendo a creer de modo íntegro. También en Cristo se halla la consumación de nuestra fe, ya que Él ha alcanzado la meta del caminar humano: la gloria de Dios. Esto supone que la experiencia de la fe, vivida en la historia, es anticipo y pregustación de la visión y el encuentro definitivos con el Resucitado, cuando lo contemplaremos para siempre, gozando de su presencia.

Además lo vivido en este Año de la Fe supone un impulso para que los cristianos nos mantengamos vigorosamente activos en nuestra experiencia creyente, que implica que todos aprovechemos y busquemos cuánto la fortalece y nos ayuda a personalizarla. Así en este Año de la Fe hemos reconocido mejor la gran riqueza de nuestra fe que se desarrolla en sus cuatro dimensiones, lo cual nos motiva a ahondar más en el contenido de la fe; a participar más fructuosamente en la fe celebrada; a obrar consecuentemente en la vida conforme a la fe; y a dedicarnos asiduamente a la fe expresada en oración.

También el Año de la Fe nos alienta y nos compromete a difundir más nuestra fe en medio del contexto social en que vivimos, ya que la fe no nos ha sido concedida para que sea un valioso bien destinado exclusivamente a quienes ya la acogemos, sino que está ofrecido a todos los hombres. Por lo cual nos sentimos enviados a transmitir cuanto creemos a quienes conviven con nosotros, mostrándoles con humildad y convicción que en Cristo se encuentra el Amor de Dios, desde donde alcanzar la felicidad, para que se decidan a aceptar y confesar a Jesús como el Señor de su vida.

+ Gregorio Martínez Sacristán, Obispo de Zamora

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