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Entrevista 28 octubre 2018
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Entrevista 28 octubre 2018

28/10/2018

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El obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, inicia el nuevo curso con varios objetivos y proyectos por delante. Por el momento, ha marcado en su agenda la visita pastoral al arciprestazgo de Benavente- Tierra de Campos, que le llevará a recorrer las 41 parroquias de esta zona. Sin embargo, el prelado ha opinado de otras cuestiones de interés para nuestra Diócesis: la asignatura de Religión, la labor social de la Iglesia, la religiosidad popular, etc.

 

“ME SIENTO VERDADERO PASTOR DEL PUEBLO CUANDO VISITO LAS ZONAS RURALES”

 

- Acabamos de iniciar el curso pastoral. Un curso que seguro se presenta apasionante y con muchos objetivos en el horizonte. ¿Cuáles son los principales retos que se marca el obispo para este año?

-Fundamentalmente me marco uno, y es que la Diócesis encare los desafíos fundamentales que la evangelización tiene hoy en Zamora, derivada de los programas que hemos estudiado estos años anteriores. Por eso lo que pretendo este año es que la Diócesis se coloque delante de estos desafíos.

 

-¿Cuál es el objetivo pastoral diocesano?

-Siempre el objetivo iba dirigido a toda la Diócesis, pero los protagonistas eran sobre todo los sacerdotes. Y este año deseo que el objetivo sea llevado conjuntamente por los sacerdotes, por laicos y también por religiosos que quieran incorporarse mediante grupos que puedan hacer para realizar ese seguimiento.

 

-Una de las novedades de este año son las visitas pastorales que actualmente está desarrollando por el arciprestazgo de Benavente- Tierra de Campos, ¿Cuál es el sentido de estas visitas?

-Cuando llegué a Zamora hice cuatro o cinco años de visitas pastorales: a la ciudad, a El Pan, a Sayago, a El Vino… Luego lo dejé por circunstancias personales de la operación, pero ahora lo he retomado y me queda Benavente-Tierra de Campos y Toro. Así que si Dios quiere este año haré Benavente – Tierra de Campos y el año que viene haré el arciprestazgo de Toro y de La Guareña. Las visitas pastorales son un cometido que los obispos tenemos, donde entramos en contacto con las comunidades cristianas, donde escuchamos, donde evaluamos cómo están las parroquias, celebramos la eucaristía u otros sacramentos como la confirmación, se visita a los enfermos… Es un momento de encuentro del obispo con las parroquias.

 

-¿Nota usted el calor de los fieles en estas visitas?

-Me siento muy contento en la zona rural. Me siento muy a gusto y me siento verdadero pastor de este pueblo cuando sobre todo visito la zona rural.

 

- Ha comenzado el curso pastoral y también el curso en los centros educativos de la provincia. La percepción que hay desde el entorno de la comunidad cristiana es que la asignatura de Religión está cada vez más atacada por los gobiernos ¿Qué opinión tiene al respecto?

-La Iglesia en España tiene estas dificultades. Ahora bien, la Iglesia en España tiene muy claro que la Religión no puede abandonarse y luchará por ello. Pedimos a los profesores de Religión que sean valientes, que sean decididos, y que sepan estar en medio de esa situación que a veces es de falta de fe, un ambiente en contra… Pero el profesor de Religión tiene que dar testimonio de su presencia y de la validez de lo que hace. Insisto en que los protagonistas somos los obispos en cuanto a defensa a unos niveles políticos, pero los que llevan el día a día de esto son los profesores de Religión, los laicos, que tienen que dar testimonio y echar toda la carne en el asador. Su presencia es valiosa no sólo por lo que dicen a los muchachos, sino también por cómo son con los muchachos y por cómo actúan.

 

-¿Qué ha supuesto para la Diócesis y para usted a nivel personal haber ordenado diáconos a dos seminaristas mayores?

-Es una gran alegría. Después de estos años de sequía ahora vienen éstos. Es una esperanza aunque no soluciona nada porque el problema de las vocaciones es muy serio. Hay que pasarlo mal a la hora de cambiar a los sacerdotes porque no hay de dónde coger. Estoy muy agradecido por estos muchachos jóvenes, que saben lo que es esto y que digan aquí estoy yo. Ojalá sean los primeros de muchos a partir de ahora.

 

-Ya lleva más de una década en Zamora y por tanto tiene la capacidad para valorar hacia adónde se encamina la población zamorana en materia de fe. ¿Somos una sociedad que pierde valores o que logra mantenerlos?

-Creo que como toda sociedad española, pierde. Pero en Zamora hay una cosa que permite que se pierda menos porque hay un antídoto, que es la famosa religiosidad popular, sobre todo centrada en la Semana Santa y en la cantidad de romerías que hay en los pueblos. Esa religiosidad popular es lo que permite que en Zamora no caigamos en la más absoluta de las increencias como pasa en algunos lugares de España.  

 

-No queríamos dejar pasar la oportunidad de preguntar por el trabajo que se desarrolla en Cáritas. Es una realidad muy importante en la Diócesis de Zamora. Resulta una labor que no siempre la sociedad ve.

- La Diócesis de Zamora tiene en Cáritas una de las cuestiones más importantes, más decisivas. Me siento contento y privilegio a Cáritas por encima de todo porque es la gran obra de la Iglesia de Zamora. Siendo una Iglesia pequeña y con poco personal, Cáritas funciona muy bien, mucho mejor que en otras Diócesis con más medios. Eso hay que conservarlo cien por cien. La gente lo puede ver, o no. Los políticos lo pueden ver, o no. Pero es un hecho que nadie puede decir absolutamente nada. La Iglesia de Zamora se puede enorgullecer de su Caritas. 

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