04/10/2025
Curas de plata, oro y diamante
La diócesis de Zamora inauguró en la mañana de hoy, sábado 4 de octubre, el curso pastoral con una jornada de oración, fraternidad y formación que coincidió con la víspera de la fiesta de San Atilano, patrón de la diócesis. El acto, celebrado en la iglesia de San Pedro y San Ildefonso, reunió al presbiterio diocesano en torno a la celebración del jubileo de los sacerdotes y los aniversarios ministeriales de varios presbíteros.
Un momento de gratitud y comunión eclesial
La jornada comenzó con la oración jubilar y la celebración del sacramento de la penitencia, seguida de la Eucaristía presidida por el obispo de Zamora, Fernando Valera. En su homilía, el prelado recordó que la vocación sacerdotal se vive como un “amor operativo” que se traduce en entrega, servicio y acompañamiento del pueblo de Dios, especialmente de los más pobres y heridos.
El obispo agradeció a los sacerdotes que celebraban sus aniversarios su fidelidad al ministerio y su generosidad al anunciar el Evangelio con alegría y sencillez: “Jesús no te pregunta si eres perfecto, fuerte, si tienes una fe inquebrantable. Sólo te pregunta: ¿me amas? Ese es el camino de la santidad y de la vocación para la que fuimos llamados desde la eternidad”.
Un recuerdo especial se tuvo por los sacerdotes que cumplían bodas de plata (Pedro Juan Martínez y Manuel Benito García), bodas de oro (Ángel Martínez, Leovigildo Liedo y Juan Febrero) y bodas de diamante (Ángel Burlón, Agustín Chillón, Agustín Febrero y Arístides Martínez).
La centralidad de Cristo en la vida de la Iglesia
La mañana concluyó con la ponencia del sacerdote y profesor de Teología Dogmática en la Universidad Pontificia de Salamanca, Emilio Justo Domínguez, titulada “La centralidad de Jesús en la vida de la Iglesia”.
El teólogo recordó que la Iglesia sólo puede comprenderse desde Jesús y su Evangelio: “Todo lo que hacemos —nuestros proyectos, decisiones y manera de vivir la fe— debería responder siempre a una pregunta fundamental: ¿qué tiene que ver esto con Jesús?”.
Explicó que el discernimiento eclesial es un ejercicio comunitario de búsqueda de la voluntad de Dios, basado en la escucha, el diálogo y la oración. “En la Iglesia hay distintos caminos, pero un mismo centro: Jesús de Nazaret”, subrayó.
Asimismo, destacó que la comunidad cristiana se configura con Cristo cuando celebra la Palabra, participa en los sacramentos y se deja interpelar por los signos de los tiempos. “La liturgia, y de modo especial la Eucaristía, es el lugar donde la Iglesia aprende los gestos y sentimientos de Jesús. En ella su presencia transforma a la comunidad y renueva su vida”, señaló.
El obispo animó a los fieles y agentes de pastoral a comenzar el nuevo curso con esperanza, confiando en la acción del Espíritu Santo y en la fuerza transformadora del Evangelio. La jornada se vivió como un signo de unidad diocesana y de gratitud por el servicio fiel de los sacerdotes al Evangelio y a la Iglesia local.