



























22/06/2025
El Corpus transforma las calles de Zamora en un altar de fe
Zamora ha vivido este domingo una de sus celebraciones más emblemáticas con la solemnidad del Corpus Christi, una fiesta profundamente arraigada en la espiritualidad de la ciudad. A las 10:00 de la mañana, la Santa Iglesia Catedral acogía la eucaristía presidida por el obispo de Zamora, que daba paso, tras la bendición, a la tradicional procesión con el Santísimo Sacramento. Este año, la celebración se ha visto marcada por un cambio en el itinerario habitual, obligado por las fiestas de San Pedro. A pesar de estas limitaciones, el espíritu de la solemnidad ha vuelto a impregnar de recogimiento, alegría y sentido comunitario las calles del centro histórico que, llenas de niños y familias, han acompañado al Santísimo Sacramento.
En su homilía, el obispo ha querido recordar que la Eucaristía es “el don que Jesucristo hace de sí mismo” y que la fiesta del Corpus es, por tanto, un acto público de fe y gratitud. Inspirándose en palabras del papa Benedicto XVI, subrayó que “Jesús sigue pasando” entre nosotros, como lo hizo en los caminos de Galilea y Judea, y que este paso hoy se hace visible cuando el Santísimo sale a nuestras calles, interpelando a cada persona. “Es una llamada a dejar que Cristo entre en nuestras casas, en nuestras vidas, y que permanezca con nosotros no por un momento, sino para siempre”, proclamó.
La jornada ha estado marcada por el profundo valor catequético y testimonial de la procesión. Los niños que han recibido este año su Primera Comunión han acompañado al Santísimo como testigos vivos de una Iglesia joven y en camino. Su presencia, como destacó el obispo, no es decorativa, sino esencial: “Ellos nos recuerdan que la Eucaristía es alimento para el futuro, para una fe que crece y se sostiene con la gracia”. Esta procesión quiere ser una verdadera catequesis en la calle, un mensaje visual y espiritual para todos los que se topan con el paso del Señor.
Han asistido prácticamente todas las cofradías y asociaciones de fieles que, junto a sacerdotes, autoridades y fieles, han representado una manifestación coral de la fe. Los altares instalados en algunos tramos y el canto eucarístico que acompañó a lo largo del recorrido por el casco histórico han transformado este espacio en un lugar sagrado y de oración.
La celebración del Corpus Christi en Zamora —decía el obispo— es también una oportunidad para recordar que la fe no se reduce a los templos, sino que debe salir, hacerse carne, presencia, encuentro. Así, un año más, el Corpus se ha manifestado como lo que realmente es: una fiesta de Dios en medio de su pueblo. Un “Jesús que pasa” que no deja indiferente, que interroga y consuela, que llama y transforma. En las calles de Zamora, una vez más, Cristo ha salido al encuentro.