Delegación de Medios de Comunicación Social

19/07/2021

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Hay que volver a empezar

Por Javier Prieto

Se trata de aprender a hacer las cosas de una manera nueva


El segundo verano viviendo bajo los efectos de la pandemia mundial de la COVID19 nos obliga a mirar con realismo la situación en la que vivimos: la enfermedad no va a desaparecer de nuestras vidas de un día para otro. Las mutaciones del virus, las imprudencias de algunos, el desconocimiento de otros y no pocos factores incontrolables, hacen que la situación sufra altibajos, impidiendo pensar que a corto plazo vayamos a volver a nuestra vida antes de irrupción del COVID.


La pandemia ha supuesto un duro golpe para una de las experiencias fundamentales del cristianismo: la vida comunitaria. Las celebraciones online, las restricciones de aforo, la distancia de seguridad, han afectado a nuestra vivencia compartida de la fe, incluso despertándose cierto miedo a acudir a los templos. Por eso, hay que volver a empezar. No podemos seguir poniendo en pausa nuestra vida, sino que debemos atrevernos a asumir, con esfuerzo y rigor, las medidas de seguridad para plantear, con creatividad e imaginación, propuestas capaces de acercar a los hombres a Dios.


No es tarea fácil plantear actividades pastorales en este contexto, pues exige un notable esfuerzo de imaginación para alcanzar los mismos objetivos con medios diversos. Sin embargo, esto es lo que ha hecho la Iglesia a lo largo de los siglos, encontrar nuevas formas y medios para hacer llegar a los rincones del mundo un mismo y único mensaje: la Buena Nueva de Jesucristo.


Por todo ello son tan necesarias las actividades que recuperan con precaución la oferta pastoral. Es momento de atreverse a duplicar el esfuerzo para hacer frente a las necesarias medidas sanitarias, pero sin perder ni un ápice de la ilusión por ofrecer espacios de encuentro con el Señor, que en este tiempo de pandemia sigue saliendo a nuestro encuentro.


Con esa intención el Seminario de Zamora, con su nuevo rector a la cabeza, ha realizado durante esta última semana un campamento urbano vocacional. Después de un año sin demasiadas propuestas pastorales para niños o jóvenes, un grupo de 30 niños ha vuelto a disfrutar de las yincanas, las rutas al aire libre o los talleres de manualidades, en el medio de los cuales Dios se ha hecho presente y cercano para este grupo de niños.
Estos pequeños pasos nos recuerdan que no se trata de no poder hacer, sino de aprender a hacer las cosas de una manera nueva, con más ilusión si cabe, pues vivimos tiempos en los que anhelamos el amor de Dios, que sostiene nuestras alegrías y penas. 

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