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El obispo de Zamora, a los sacerdotes: “no olvidéis la misericordia”
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Reportajes de Catedral

16/04/2014

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El obispo de Zamora, a los sacerdotes: “no olvidéis la misericordia”

El obispo de Zamora ha presidido esta mañana en la Catedral la Misa Crismal, en la que ha bendecido los óleos que se usarán en los sacramentos durante el año, y en la que los sacerdotes han renovado sus promesas. Los ha llamado a acoger a todos, siendo misericordiosos y servidores en una sociedad pobre y despoblada.

Zamora, 16/04/14. Esta mañana ha tenido lugar en la Catedral de Zamora la Misa Crismal, presidida por el obispo, Gregorio Martínez Sacristán, y concelebrada por la mayor parte del clero diocesano. Con la presencia de muchos laicos y consagrados, el obispo ha bendecido el óleo de los catecúmenos y el óleo de los enfermos, y ha consagrado el Santo Crisma, después de que los sacerdotes hayan renovado las promesas de su ordenación presbiteral.

En su homilía, el obispo ha señalado que se trata de “la celebración que mejor expresa, de todas las del año litúrgico, nuestra condición de pueblo de Dios, pueblo santo y amado”. Recordó una expresión de San León Magno, que decía que “los misterios de la vida del Señor, que ya han desaparecido, están ahora en los sacramentos”.

Sacerdotes: siervos y servidores

Les dijo a los sacerdotes que de estos sacramentos “nosotros hemos sido nombrados administradores, no funcionarios, no dueños, no policías de ellos… sino siervos y servidores”. A todos los presentes les exhortó: “alegraos por estar aquí reunidos celebrando, a las puertas de la Semana Santa, el misterio de la Iglesia, pueblo de Dios reunido en torno al sucesor de los apóstoles, llamados a la misión”.

Monseñor Martínez Sacristán aludió a las lecturas que se proclamaron en la liturgia de la Palabra, y recordó las tres palabras que el papa Francisco destacó en su homilía de la Misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud del pasado verano en Río de Janeiro: “id, no tengáis miedo, servid”.

En cuanto a la primera de las llamadas, “id”, el obispo señaló que significa “salid, poneos en camino”. Por eso indicó la necesidad de tener “una actitud pronta para la acogida, para no tener donde reclinar la cabeza. El Señor quiere de nosotros una misión itinerante en este momento. No en balde estamos intentado que lo sea en estos días de la Semana Santa, donde, dejando nuestras ‘obsesiones’, nos lanzamos a los cuatro vientos de nuestra Diócesis, allí donde haga falta estar, celebrar, acompañar”.

Confiados en Cristo

Seguidamente se refirió al “no tengáis miedo” papal, afirmando: “¿Quién va a tener miedo después de escuchar la lectura del Apocalipsis, libro por antonomasia de la victoria, de la esperanza, del triunfo al que todos nosotros estamos llamados en medio de nuestras pobrezas, ruindades, pecados y debilidades?”.

Y añadió: “pero de todo salimos airosos por quien venció por nosotros: Jesucristo, a quien Dios entregó en la cruz por nosotros. Ni temerosos, ni enclenques, ni aturdidos, ni desesperados. Firmes en la fe, llenos de esperanza, alegres en el servicio recibido, fuertes en la pequeñez de nuestro barro”.

Compasivos y misericordiosos como Dios

Finalmente, detalló lo que significa para la vida sacerdotal el imperativo “servid”. Recordando que la primera lectura de la Misa hablaba de ser “ministros del Señor”, el obispo dijo: “es cierto, porque lo somos. Sobre todo por lo que es el Señor, que es, ante todo y sobre todo, compasivo y misericordioso”.

Por eso, dijo monseñor Martínez Sacristán a los presbíteros, “somos ministros de la compasión y de la misericordia, para curar heridas, para poner vendas a los corazones desgarrados, para anunciar el año de la liberación y de la gracia”. Los llamó a ser “servidores, siervos entregados, llenos de vida, por ellos y para ellos. No olvidéis de ningún modo la misericordia como el eje fundamental de vuestro ministerio, que no es vuestro, sino que lo habéis recibido. No sois autónomos; sois servidores”.

El obispo continuó diciéndoles: “curad heridas a todos los que os encontréis por los caminos, bajad de vuestras cabalgaduras y montadlos en ellas, ocupaos de los lisiados como el buen samaritano”. Porque “así seremos ministros del Señor, sacerdotes de nuestro Dios. Dios quiere sacerdotes así, el pueblo necesita sacerdotes así. No señores. No funcionarios. Sacerdotes entregados como el que se entrega en la cruz, sin derechos, por ellos y para ellos”.

Así, afirmó, “tendremos alegría en nuestro corazón. Una alegría y un Evangelio que serán vida”. Llamó a todos los asistentes a rezar “por nuestra Iglesia, llamada a ser servidora de una ciudadanía cada vez más pobre y despoblada. Seamos siervos gozosos de serlo aquí y ahora, donde estamos y como estamos”.

Galería fotográfica de la Misa Crismal

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