Reportajes de Centro de Escucha San Camilo

25/12/2017

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¿Feliz Navidad?

¿Cómo voy a celebrar la Navidad, si me faltas tú…? Si mi interior está roto por un dolor desgarrador al pensar que no vas a volver…

Que nadie me diga “feliz Navidad”, que no pronuncien esa frase, por favor. Porque mientras los demás ríen, cantan villancicos y se reúnen todos juntos, yo solo me puedo fijar en esa silla vacía, en las lágrimas de mi alma, en tu abrazo que me falta. Porque mientras los demás piensan en las compras de la comida, regalos y adornos, yo solo pienso en cómo podría comprar tiempo, más tiempo para estar contigo. Porque mientras los demás celebran que nace un Niño, yo solo lamento que murió una parte de mí.

¿Cómo sentir la alegría de la Navidad al ver la figura del dulce Bebé en pañales, si a mí lo que me viene es rabia, porque siento que ese Bebé me ha fallado? Sin embargo, al mirar el portal de Belén me fijo también en que a ese Niño le abraza su Madre… y me viene a la cabeza la imagen de otra Virgen… de la triste y hermosa Virgen de la Soledad… sí, de esa Virgen María, de esa también Madre de Dios. Me viene a la cabeza el contraste entre la alegría de una (celebración de la vida, recién parida) frente a la profunda amargura de la otra (lamento de la muerte). Así estoy yo por dentro: añorando y disfrutando del recuerdo de los momentos vividos juntos, y a la vez sufriendo porque no se volverán a repetir. Cómo duele amar…

¿Cómo se sentiría la Virgen María respecto a Dios, que primero le bendijo con su Hijo y después se lo arrebató? Pero… ¿se lo arrebató? ¿Por qué permitió su muerte? ¿Por qué permitió tu muerte? ¿O es que Dios no se ocupa de estas cosas? ¿Entonces de qué se ocupa? Ay… estoy hecha un lío… me siento tan agotada… agotada y destrozada…

Nadie me puede comprender… bueno, sí, la Virgen María, la Virgen de la Soledad, porque su Hijo murió, porque una parte de ella murió con Él. Si la Virgen no hubiera dado a luz ese dulce bebé, no hubiera sufrido después y, por lo tanto, no hubiera podido comprender mi dolor, y yo no me sentiría acogida en su regazo de Madre.

Vaya… qué curiosa manera de vivir la Navidad… con razón dicen que el dolor y el amor forman parte de la misma línea y nosotros vamos de un lado al otro de la misma. Parece que el nacimiento de Jesús, de Dios Amor, este año lo que me trae es la inmediatez de su muerte, y es precisamente ese dolor lo que me une a la Virgen, a Dios, y lo que me lleva a sentirme acogida en sus brazos, en su Amor… Precisamente así nace Jesús este año en mí… ese es el pesebre que le puedo ofrecer: mi dolor, mi amor, su Amor.

Sara Castro Rodríguez

Centro de Escucha San Camilo. Acompañamiento a personas en duelo por la muerte de un ser querido. Contacto: cof@diocesisdezamora.es / 980 511 065

Publicado en La Opinión-El Correo de Zamora, 23/12/17.

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