Bendición de palmas y misa pontifical en la catedral

El cabildo de la catedral ha recuperado la tradicional bendición de palmas en la iglesia de San Ildefonso. Tal y como dicta la tradición interrumpida los últimos años por la pandemia, a las 10:00 horas se inició la celebración para posteriormente procesionar hacia la catedral donde el obispo ha presidido la eucaristía a la que han asistido autoridades civiles, militares y los presidentes de las diferentes cofradías de la ciudad.

En su homilía, Monseñor Valera hizo constar que frente al Mesías poderoso que esperaba el pueblo para librarle de sus enemigos, este “llegó manso y humilde de corazón, llamando a la conversión y a la misericordia. Y precisamente la multitud, que antes lo había aclamado, es la que grita: "¡Crucifícalo!". Los que lo seguían, confundidos y asustados, lo abandonan. Pensaban: si esta es la suerte de Jesús, el Mesías no es él, porque Dios es fuerte, Dios es invencible”. En ese contexto, continúa el obispo, “el centurión romano, confiesa: "Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios". El centurión dice, precisamente, lo contrario de los demás: Dios está allí, él es verdaderamente Dios”. En la cruz se descubre a Dios porque “la cruz es la cátedra de Dios. Nos hará bien mirar al Crucificado en silencio y ver quién es nuestro Señor: Dios es omnipotente solamente en el amor”.

Fernando Valera pidió a los asistentes que a lo largo de estos días le abramos el corazón a Dios “participando en el sacramento de la reconciliación, celebrando el Triduo Pascual. Dejemos que su mirada se pose sobre nosotros. Nos hará bien mirar al Crucificado en silencio y ver quién es nuestro Señor”. El obispo recordó que Jesús, al ofrecer su vida en la cruz, cambió la historia del hombre en historia de salvación y por tanto derrotó a la muerte y ofreció la vida verdadera para todo la humanidad.

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