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Clausurado el Año Jubilar de la Esperanza en la Diócesis de Zamora
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29/12/2025

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Clausurado el Año Jubilar de la Esperanza en la Diócesis de Zamora

La Diócesis de Zamora ha clausurado el Año Jubilar de la Esperanza, un tiempo de gracia que se abrió a finales de 2024 y que ha acompañado a la Iglesia diocesana hasta este momento final celebrado en ñas diferentes sedes jubilares. Un año marcado por la invitación constante a volver al corazón del Evangelio, a permanecer en el amor de Dios y a convertirse en testigos de esperanza en medio de la realidad concreta de nuestra tierra.

El Jubileo se abrió en la fiesta de la Sagrada Familia, con una celebración que el obispo, Fernando Valera, situó desde el inicio en una clave profundamente espiritual y pastoral. En aquella homilía de apertura, el obispo recordaba que «la puerta santa del corazón de Dios se abre para ti», subrayando que la esperanza cristiana no es una idea abstracta ni una espera pasiva, sino una experiencia viva que transforma la existencia: «con Él florece la alegría, con Él la vida cambia, con Él la esperanza no defrauda».

Desde ese primer momento, el Jubileo fue presentado como una llamada a permanecer en el amor, lema episcopal del obispo Fernando y eje vertebrador de todo el Año Jubilar. Una permanencia que se concreta en la comunión, el compromiso, la entrega y el servicio, y que ha llamado a la Iglesia que peregrina en Zamora a vivir con fidelidad su vocación en el aquí y el ahora.

Durante el Año Jubilar se han celebrado asimismo los distintos jubileos sectoriales, en los que han participado los diversos ámbitos de la vida diocesana —sacerdotes, cofradías, vida consagrada, jóvenes, familias y otras realidades eclesiales—, expresando la riqueza y diversidad de la Iglesia que peregrina en Zamora.

El Año Jubilar se ha vivido igualmente en las distintas sedes jubilares: la Santa Iglesia Catedral de Zamora, la iglesia de San Ildefonso, la Casa de Acogida Betania, el Colegio San Vicente de Paúl (Benavente), la Residencia San Agustín (Toro), SOES Aliste-Alba y la sede jubilar de Sogo de Sayago.

La clausura de esta celebración tan significativa se ha ido sucediendo en las diferentes sedes jubilares y, de forma especial, el obispo, Fernando Valera, quiso estar presente en la de Sogo de Sayago el pasado sábado día 20, acompañando a los fieles de este arciprestazgo en la oración y la acción de gracias por todo lo que se ha vivido durante este tiempo de gracia.

El relato del Evangelio de la Sagrada Familia, tan presente en la homilía inaugural, ha iluminado también el camino jubilar: una Iglesia que se sabe familia, que acompaña, que sufre con los que sufren y se alegra con los signos de vida que han surgido. Como expresó el obispo Fernando Valera, «esta Iglesia diocesana es su familia, y sus gozos y heridas forman parte de su propio ministerio pastoral».

Especial relieve ha tenido, durante todo el Año Jubilar, el deseo de llevar esperanza allí donde se ha perdido: en las vidas heridas, en la soledad, en el cansancio, en los sueños rotos, en la pobreza y en el sufrimiento. Una llamada que sigue resonando con fuerza al concluir el Jubileo y que interpela a toda la comunidad diocesana a no instalarse en la rutina ni en la mediocridad, sino a dejarse inquietar por el sueño de Dios.

La clausura del Año Jubilar de la Esperanza no ha supuesto un punto final, sino un envío. El tiempo jubilar ha querido recordar que la esperanza cristiana se acoge y se vive en el presente, en esta tierra de Zamora que “sufre y gime”, pero en la que Dios sigue actuando. Como expresó el obispo en la apertura del Jubileo, «el jubileo se abre para que a todos les sea dada la esperanza»; ahora, esa esperanza ha de prolongarse en la vida ordinaria de la Iglesia diocesana.

Con gratitud por todo lo que se ha vivido, la Diócesis de Zamora da gracias a Dios por los frutos espirituales y comunitarios de este Año Jubilar y anima a todos los fieles a perseverar en la fe, la caridad y la esperanza, recordando siempre que la esperanza no defrauda.

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