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El equipo de gobierno programa el curso pastoral en el Monasterio de San Isidro de Dueñas
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06/09/2023

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El equipo de gobierno programa el curso pastoral en el Monasterio de San Isidro de Dueñas

El obispo, Fernando Valera, junto a los vicarios César Salvador, Pedro Faúndez, Juan Luis Martín, el delegado episcopal de Evangelización, Florencio Gago, y Francisco Ortega Vicente, Secretario Canciller, se han reunido durante varias jornadas en el Monasterio de San Isidro de Dueñas para programar el curso pastoral, participando de la vida y espiritualidad de los monjes y encomendándose a la intercesión del santo Rafael Arnaiz .

Cada vicario revisó su ámbito pastoral y propuso líneas de acción para el curso 2023-24 en el que habrá hitos relevantes para  la vida eclesial de Zamora. La Asamblea Diocesana será uno de esos puntos fuertes en este inicio de curso. Fernando Valera, en su carta de convocatoria, nos recuerda que "el Señor continuamente nos está llamando a renovar nuestra realidad desde la raíz. Nos anima a ello nuestra esperanza en un Dios que siempre va por delante de nosotros. Por eso, realmente este proceso consiste en una experiencia espiritual, que nos pone en diálogo con los hermanos, para buscar juntos respuestas ante nuestra realidad pastoral desde aquello a lo que el Señor nos llama". Es una apuesta clara por la sinodalidad, por el discernimiento compartido en el que participarán, en palabras de Monseñor Valera, "todas las realidades de la diócesis a través de los diferentes órganos consultivos y a través de una representación de las distintas comunidades presentes en cada arciprestazgo".

Otros temas tratados en estas jornadas han sido la economía diocesana, la festividad de San Atilano, el modelo de trabajo arciprestal, la formación del clero y de los laicos, el acompañamiento de los diáconos permanentes y de los ministerios laicales, el cultivo de la espiritualidad o la Pastoral sectorial, entre otros.

El Consejo de gobierno de la diócesis ha tenido muy presente a San Rafael Arnáiz, sus miembros se han esforzado especialmente en hacer suya la idea del santo burgalés de que "al amar a Jesús, forzosamente se ama lo que Él ama". Porque gobernar es sobre todo ejercitar la caridad desde el encuentro con Jesús, servir, ofrecerse enteramente desde la responsabilidad asumida al Pueblo de Dios. En definitiva, estos días de trabajo han servido para fomentar la comunión y la participación corresponsable en la diócesis, reflexionando y concretando las acciones pastorales de la Iglesia diocesana.

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  Los primeros datos biográficos existentes acerca de San Atilano, primer obispo y patrono de la Diócesis de Zamora, se hallan contenidos en un breve relato laudatorio del obispo San Froilán incluido en la “Biblia mozárabe” de la catedral de León, redactado en un monasterio berciano por el diácono Juan en el año 920. La narración afirma que el santo lucense se dedicó a la predicación de la Palabra de Dios, llevando una vida solitaria y teniendo como compañero a San Atilano, con quien construyó una celda en el monte Curcurrino. En el valle de Veseo edificó un cenobio y estableció una comunidad. El rey Alfonso III lo mandó llamar, haciéndole donaciones y autorizándole para construir otros cenobios. Edificó el de Tábara, dúplice, donde congregó a seiscientas personas, y otro junto al río Esla, en el que reunió a doscientos monjes. Fue consagrado obispo, a la vez que San Atilano, el día de Pentecostés, para ocupar las sedes de León y Zamora respectivamente. Aunque no se pueda colegir del texto mencionado atendiendo a su tenor literal, es posible que San Atilano permaneciese vinculado a San Froilán desde su encuentro con él en las montañas leonesas hasta el momento de la consagración episcopal, y que, tal como afirma la tradición, abandonase con él la vida anacorética o eremítica para abrazar el monacato y con él participase en las fundaciones patrocinadas por el rey Alfonso III. No volvemos a tener noticias de San Atilano hasta fines del siglo XIII, en que el franciscano fray Juan Gil de Zamora narra la invención de las reliquias de San Ildefonso de Toledo en la iglesia de San Pedro de Zamora, en 1260, y afirma que el cuerpo de San Atilano reposaba en el citado templo. Ya en el siglo XVI, Lucio Marineo Sículo, humanista siciliano, cronista de Fernando el Católico y profesor en la Universidad de Salamanca, dedica un extenso relato a San Atilano, inspirado posiblemente en los leccionarios antiguos. Su obra refiere que el santo, con veinticinco años de edad, se dirigió al monasterio de Moreruela, donde el abad Froilán lo nombró prior, y que ambos fueron consagrados obispos el día de Pentecostés para ocupar las sedes de León y Zamora. Y añade un dato legendario siendo ya obispo de Zamora: el de su peregrinación de penitencia y ulterior hallazgo de su anillo pastoral en el vientre de un pez, elementos narrativos que sirvieron para fijar la representación iconográfica del santo. Una de las obras de fray Atanasio de Lobera, publicada en 1596, es clave para comprender la confusión en la que se ha visto envuelta la figura del santo secularmente. Este monje cisterciense, manteniendo la vinculación de ambos santos, y habiendo encontrando documentos de otro obispo de León llamado Froilán a finales del siglo X y principios del siglo XI, modifica la cronología del San Atilano, situándolo como coetáneo de este último prelado. Afirma que San Atilano nació en Tarazona –dato que ya había ofrecido con anterioridad Alonso de Villegas– en torno a 939, siendo hijo de padres nobles, que lo concibieron tras un período de esterilidad. Educado en la virtud y después de concluir sus estudios a los quince años, recibió el hábito benedictino en un monasterio cercano a su ciudad natal y posteriormente fue ordenado sacerdote. Estando San Froilán en el monte Cuturrino fue admitido en su compañía y ambos fundaron un monasterio en el valle de Oveso, del que San Froilán fue abad y San Atilano prior. Admite que pudo ser monje en Sahagún, donde existió un ejemplar del tratado de San Ildefonso de Toledo dedicado a la virginidad de María, copiado de su mano según la inscripción que contenía. Llamados por el rey, recibieron dinero y licencia para fundar otros monasterios: el de Val de Tábara o Moreruela de Tábara, y el de Moreruela, de los que fue prior. En 990, al vacar las sedes de León y Zamora, fueron elegidos para ocuparlas, siendo consagrados ambos el día de Pentecostés. El padre agustino Manuel Risco, en su obra España Sagrada, demuestra el error de Lobera invirtiendo sus argumentos, citando el texto del diácono Juan antes aludido. En la historiografía moderna destaca el estudio de Palomeque Torres, que demuestra taxativamente que en la sede zamorana sólo hubo un prelado con el nombre de Atilano en los primeros años del siglo X, coetáneo de San Froilán y del rey Alfonso III, con testimonios documentales entre 905 y 917, y afirma la carencia absoluta de otros que prueben la existencia de un obispo del mismo nombre a fines del siglo X, cuando la sucesión episcopal se había interrumpido. Y el de Carriedo Tejedo, que propone para San Atilano un largo pontificado de veintitrés años, entre 900 y 922, según la documentación existente, en la que aparece con los nombres de Adtila, Atila, Atilla, Attila y Attilanus, y en ocasiones seguido del título de la sede zamorana. San Atilano fue canonizado por el papa Urbano II en el año 1092, en la ciudad de Milán, siendo uno de los primeros santos en ser elevado a los altares por la Iglesia Romana, pues hasta entonces lo hacían los obispos en sus respectivas diócesis. El Martirologio Romano actual lo coloca en el día 5 de octubre, con el siguiente texto: “En Zamora, también en Hispania, san Atilano, obispo, que, siendo monje, fue compañero de san Froilán en la predicación de Cristo por las tierras devastadas por los musulmanes (916)”. Probado su culto, al menos desde el siglo XII, sus restos se conservan en la iglesia zamorana de San Pedro y San Ildefonso. Aunque no existe documentación que lo confirme, es muy probable que sus reliquias, junto con las del santo toledano, fuesen elevadas en 1496 a la capilla alta situada en el ábside de la mencionada iglesia, según consta en el rótulo del arco que divide las alturas: “AQUI SE ELEVARON LOS CUERPOS DE S. ILDEFONSO Y SAN ATILANO A 26 DE MAYO DE I496”. De sus restos falta el cráneo, que se conserva en la catedral de Toledo. En 1644 se concedió un hueso del brazo derecho al cabildo y ciudad de Tarazona, por mediación del rey Felipe IV. El fémur derecho, procedente del monasterio de Moreruela, al que se donó en 1662, lo posee actualmente la catedral de Zamora. También se conservan en la iglesia zamorana de San Pedro y San Ildefonso otras tres reliquias que la tradición identifica con objetos usados por San Atilano: su anillo pastoral, el nudo y un trozo de la voluta del báculo, y un peine litúrgico. Actualmente, su conmemoración litúrgica tiene la categoría de fiesta, y al tratarse del patrono principal de la Diócesis de Zamora, se celebra obligatoriamente en toda ella el día 5 de octubre. Hoy Más de mil años después de que San Atilano fuese el primer obispo de Zamora, la Iglesia diocesana sigue viva en nuestras tierras. Un monje, como era común en la época, es llamado a ponerse al frente de la nueva Diócesis independiente. San Atilano fue el primero, después se irían sucediendo los obispos en Zamora hasta el día de hoy, con nuestro actual obispo D. Fernando. Así pues, todos los cristianos de la Diócesis de Zamora tenemos la gran responsabilidad de mantener y extender la fe en Cristo, vivida en la comunidad de la Iglesia, entre nuestros contemporáneos. Y no podemos acobardarnos, acomplejarnos, agachar la cabeza o mirar para otro lado. Si tú y yo hemos recibido el tesoro de la fe desde nuestro bautismo, no es para guardarlo de manera egoísta para nosotros mismos. Tampoco podemos despreciarlo, poner nuestra condición de cristianos al margen de nuestra vida, guardarla en un cajón y sacarla de vez en cuando, mientras convenga. No es posible. San Atilano, según la leyenda, quiso dejar de ser obispo de Zamora porque se sentía desfallecido y por eso peregrinó a Tierra Santa, arrojando su anillo episcopal al río. Pero estaba consagrado a Dios y Él mismo le había encomendado la misión de pastorear a los fieles de Zamora. Por tanto sólo Dios podía levantar de sus hombros esta carga. No fue obispo de nuestra diócesis por horas, por un tiempo, según le convenía al propio San Atilano, no. Fue un encargo del Señor, para el que San Atilano fue asistido con la gracia del Espíritu Santo, con la fuerza de Dios, con los dones y carismas de los que fue investido por el mismo Dios para llevar a cabo su tarea. Si nuestro primer obispo hubiese confiado en sus propias fuerzas, en su capacidad, en sus cualidades, no hubiera sido capaz de asumir el servicio del ministerio episcopal ni un segundo. Sin duda, se fio de Dios, acogió la gracia del Señor que lo revestía y aceptó servir a los cristianos de Zamora como su primer obispo. Hoy, cada uno de nosotros recibimos una misión del mismo Jesucristo. Nosotros tampoco podemos exponerle al Señor nuestros méritos, nuestros títulos, nuestros valores para llevarla a cabo en nuestra vida. Si tenemos que realizar la voluntad de Dios en nuestra vida, entonces no es humana la tarea. Y por eso, el Señor nos capacita, nos ilumina, nos empuja, nos consuela, nos alienta. Por supuesto que todo lo bueno, noble, útil, valioso que tengamos en nuestra vida tenemos que ponerlo a disposición del Señor pero no poniendo nuestra confianza absoluta en el elemento humano, en lo que nosotros somos y en lo que nosotros podemos. Es el Señor, a través del Espíritu Santo, el que va actuando si sabemos ser disponibles a Él como San Atilano, a pesar de que muchas veces no comprendamos todo, no tengamos explicaciones, no obtengamos respuestas que nos convenzan. Confianza y disponibilidad fueron el lema de vida de San Atilano. Y hoy es feliz en la gloria de Dios. La misma gloria del cielo se nos promete a nosotros si sabemos vivir también desde los planteamientos de San Atilano. Información extraída del libro Con nuestros santos zamoranos (Zamora, 2013).  
05/10/2024más info
Arranca el curso pastoral con la III Asamblea Diocesana
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Hoy se ha celebrado la III Asamblea Diocesana de Zamora, un evento marcado por la participación activa y el espíritu de comunión. Con la asistencia de aproximadamente 150 personas, la jornada ha contado con representantes de todos los arciprestazgos, delegaciones, vida consagrada y otros grupos diocesanos de la Iglesia. El tema central de la asamblea ha sido la sinodalidad, un nuevo estilo que ha guiado los pasos de la diócesis en los últimos años, enfocado en la conversión pastoral y la renovación de estructuras en un camino compartido. Durante la jornada, los participantes han tenido la oportunidad de profundizar en el método de la "conversación espiritual", una práctica que se centra en la escucha mutua y el discernimiento en comunidad. A lo largo de la mañana, se exploraron las claves para vivir este proceso de forma auténtica. La asamblea también fue un espacio para el encuentro y la fraternidad. Los asistentes compartieron la comida, que sirvió como momento de convivencia y diálogo entre los distintos miembros de la comunidad diocesana. Por la tarde se llevaron a cabo dinámicas de motivación, preparatorias para la experiencia de la "conversación espiritual", que permitió a los participantes poner en práctica lo aprendido durante las ponencias. A las 19:00 horas, los participantes celebraron la Eucaristía en la iglesia de San Ildefonso, presidida por el obispo de la diócesis y que, además, sirvió de inauguración del curso pastoral. Participaron también un buen número de jóvenes que habían peregrinado a La Hiniesta. En su homilía, el obispo destacó la importancia de dos verbos fundamentales para la vida cristiana: adorar y servir. "Amar es adorar", señaló el obispo, subrayando que "la adoración es la primera respuesta que podemos ofrecer al amor gratuito y sorprendente de Dios". El obispo insistió en que "el asombro de la adoración es esencial en la Iglesia, sobre todo en este tiempo en el que hemos perdido el hábito de adorar". Añadió también que "la Iglesia que adoramos es la que nos dirige a Jesús y no a nosotros mismos", y que es necesario "dedicar cada día tiempo a la intimidad con Jesús ante el sagrario". Además, el obispo habló del servicio como expresión concreta del amor cristiano: "Amar es servir". Subrayó que "no hay amor de Dios sin compromiso por el cuidado del prójimo, de otro modo se corre el riesgo del fariseísmo". En este sentido, llamó a soñar con "una Iglesia diocesana servidora de todos, especialmente de los últimos", una Iglesia "que acoge, sirve, ama y perdona" y que se convierta en "un puerto de misericordia". Al finalizar la Eucaristía, los asistentes tuvieron la oportunidad de disfrutar de un concierto del grupo Alollano en la catedral, que añadió el toque cultural al cierre de esta primera jornada. La III Asamblea Diocesana no concluye aquí, continuará con dos jornadas más en los próximos meses, donde se espera seguir profundizando en los temas tratados y avanzar en el proceso de sinodalidad, siempre con el objetivo de construir una Iglesia diocesana más abierta, acogedora y comprometida con los más vulnerables. La III Asamblea Diocesana ha sido, sin duda, un nuevo paso en el camino hacia una mayor comunión y participación en la Diócesis de Zamora. 
28/09/2024más info
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Cerca de 200 personas participan en la Asamblea Diocesana
Cerca de 200 personas se congregan en el Seminario San Atilano para participar en la Asamblea Diocesana, convocada por Mons. Fernando Valera y que servirá como punto de partida del curso pastoral 2024-2025. Esta primera jornada de encuentro ha sido inaugurada por el obispo diocesano, Fernando Valera, que ha agradecido a los presentes la participación en esta tercera asamblea de la diócesis de Zamora. A continuación, el vicario general,  Antonio J. Martín, ha presentado a los sacerdotes jesuitas,  Juan Antonio Guerrero y José de Pablo,  que guiarán la asamblea y explicarán la metodología de trabajo: 'La conversación en el Espíritu '. La particularidad de esta tercera edición es el desarrollo de la misma en 3 jornadas. Las próximas convocatorias serán el 11 de enero y el 5 de abril. Eucaristía inicio de curso La asamblea finalizará en su primera jornada con la celebración de la misa a las 19.15 horas en la iglesia de San Ildefonso. Una celebración que servirá como arranque del curso pastoral y a la que está convocado toda la iglesia zamorana.
28/09/2024más info
Los jesuitas Juan Antonio Guerrero y José de Pablo participarán en la Asamblea Diocesana
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La Asamblea Diocesana de Zamora de este 2024-2025 contará, en su primera jornada el próximo sábado 28 de septiembre, con la participación de dos jesuitas: Juan Antonio Guerrero y José de Pablo, que aportarán su experiencia y carisma ignaciano al evento.  - El padre Juan Antonio Guerrero Alves, S.J. es un sacerdote jesuita español que ha tenido un papel destacado dentro de la Iglesia Católica. Es conocido especialmente por haber sido nombrado por el papa Francisco como Prefecto de la Secretaría para la Economía de la Santa Sede, cargo que asumió el 1 de enero de 2020 y que abandonó -por motivos de salud- en el año 2022. Actualmente, es el director del Centro de Espiritualidad Ignaciano de Salamanca. La economía vaticanaDesde su puesto, Juan Antonio Guerrero ha trabajado para continuar la reforma financiera del Vaticano, promoviendo mayor transparencia, responsabilidad y eficiencia en las finanzas de la Iglesia. Ha supervisado el presupuesto del Vaticano, las inversiones y el patrimonio, en un esfuerzo por modernizar las prácticas de gestión económica y responder a las expectativas de transparencia por parte de los fieles y el mundo exterior. En julio de 2022, se anunció que Guerrero dejaría temporalmente su cargo por motivos de salud.     - El padre José de Pablo, S.J. es un sacerdote jesuita español, conocido por su trayectoria en la Compañía de Jesús y su trabajo en diversas áreas de liderazgo dentro de la orden. Ha desempeñado roles importantes en la organización y formación de los jesuitas, especialmente en el ámbito de la gestión interna de la Compañía y el acompañamiento espiritual. En julio de 2021, el padre José de Pablo fue nombrado Asistente Regional para Europa Meridional en la Compañía de Jesús, una posición clave en el gobierno de los jesuitas, que abarca la supervisión y coordinación de las actividades jesuitas en esta región, incluyendo países como España, Italia y Portugal. Este cargo implica acompañar y asesorar al Superior General de los jesuitas en la toma de decisiones y en la dirección de la orden en esta área geográfica. José de Pablo también ha sido reconocido por su labor en la formación de jóvenes jesuitas y por su compromiso con los principios ignacianos de discernimiento y misión al servicio de la fe y la justicia.  
26/09/2024más info
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La III Asamblea Diocesana comienza el sábado en el Seminario
La diócesis de Zamora vivirá un importante momento de comunión y discernimiento con la celebración de la III Asamblea Diocesana, convocada por el obispo, Monseñor Fernando Valera, el próximo 28 de septiembre en el Seminario San Atilano. Este evento, que comenzará a las 10.00 horas y finalizará con la misa en San Ildefonso a las 19.15 horas, reunirá a representantes de todas las parroquias, grupos, movimientos, comunidades religiosas y fieles cristianos de la diócesis en un espacio de oración, diálogo y reflexión conjunta sobre los desafíos y las oportunidades de la iglesia local en el curso pastoral 2024-2025. Como particularidad, este año la Asamblea se prolongará durante tres jornadas: la priemra es la que se desarrollará el próximo sábado, la siguiente tendrá lugar el 11 de enero y la clausura se celebrará el 5 de abril. Es decir, tres días de convivencia, uno por trimestre.  La conversación espiritual: un método para caminar juntos Éste no solo es el lema de la asamblea, sino que es un modelo de trabajo y discernimiento basado en la espiritualidad jesuita. El discernimiento en el espíritu, en la tradición jesuita, es un proceso de reflexión y oración profunda para buscar y reconocer la voluntad de Dios en la vida personal y en las decisiones que se deben tomar. Este concepto está en el corazón de la espiritualidad ignaciana, fundada por San Ignacio de Loyola, y tiene como objetivo ayudar a las personas a identificar cómo el Espíritu Santo actúa en sus vidas y a distinguir entre lo que viene de Dios y lo que no. Tal y como ha explicado el vicario general, Antonio J. Martín, no se trata de "abrir debates" sino de hacer una "escucha activa" a la luz de lo que sugiere la Palabra de Dios. Por este motivo, habrá reuniones por grupos muy reducidos que permitirán expresarse a todos los participantes con absoluta libertad y sin necesidad de confrontar opiniones: "simplemente vamos a escucharnos unos a otros".  Además, el discernimiento individual se lleva a cabo en un clima de oración y escucha activa de la voz de Dios. Es un proceso que requiere tiempo, paciencia y apertura, buscando siempre la guía del Espíritu Santo. Programa 10:00 Llegada. Oración inicial.  10:30 Introducción: La Conversación espiritual: qué es, qué no es y cómo se hace.     12:00 Descanso   12:30 Introducción: El silencio, la oración, el compartir y la escucha 14:00 Comida - descanso   16:00 Dinámica para despertar 16:30 Puntos para oración  17:00 Oración personal 18:00 Conversación espiritual   19:15 Eucaristía en la iglesia de San Ildefonso. Inauguración del curso pastoral 2024-2025., Abierta a todos los fieles de la diócesis de Zamora, presentes o no en el Asamblea.    
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