18/05/2025
MISA POR EL INICIO DEL MINISTERIO PETRINO
Homilía íntegra del obispo, Fernando Valera, en la celebración del inicio del ministerio petrino de León XIV.
Tengo siempre en la memoria la muerte del papa Juan XXIII, tenía tres años, mi madre me puso corbata negra, esas con elástico y tengo en mi retina el túmulo funerario que se puso en el templo parroquial, yo estaba en los brazos de mi madre. Hemos sido una familia católica, que ha querido siempre al Santo Padre. Aprendí a rezar el rosario con el añadido de las intenciones del Romano Pontífice. El Papa para mí siempre ha sido el sucesor de Pedro por el que rezamos en obediencia cordial. Hoy quiero dar gracias a Dios por el Papa León XIV. Hasta hace muy poco un obispo, cardenal que casi no conocíamos, desde el día 7, el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Estos días hemos escuchado que el Espíritu Santo es el que elige al Papa. Pero, ¿quién es el protagonista de esta historia?: El Espíritu no tiene cuerpo místico, no se encarna en nadie ni en nada, sino que ayuda a formar el Cuerpo de Cristo, del cual somos miembros mediante el Espíritu. Él nos hace hijos en el Hijo, coherederos de Cristo, semejantes a Él. Que el Espíritu no se haya encarnado en nadie, a diferencia de lo que sucede en la encarnación de Cristo, supone que el Espíritu actúa en todos y desde dentro, coexiste y actúa en medio de las limitaciones humanas de las personas y de los grupos, de los límites culturales, históricos, religiosos, pero también psicológicos, intelectuales e incluso morales. Así, la presencia y acción del Espíritu está normalmente mezclada con las limitaciones, errores y pecados humanos. Si fue difícil para muchos discernir en el carpintero de Nazaret al Hijo, al Mesías, al Cristo, de modo que muchos lo rechazaron, mucho más difícil es discernir la presencia del Espíritu en medio de personas y acontecimientos humanos (cf. Congar). Es el Espíritu que nos trae un nuevo sucesor de Pedro, en la humildad de la carne, pero en la grandeza del Espíritu. Es en el Espíritu, como uno asume el ministerio confiado, es el Espíritu el que hace “humilde servidor de la viña del Señor”. Es el Espíritu quien nos recuerda lo que Jesús ha dicho, nos lo actualiza, nos da testimonio interior de su persona, nos enseña a orar, nos hace llegar a la verdad integral sobre Jesús, el Cristo, nos comunica su vida -como la vid comunica la savia a sus sarmientos-, nos hace sus discípulos, está con nosotros siempre en la lucha frente al mal, nos incorpora a su comunidad, nos hace hijos del Padre en el Hijo, semejantes a Él, cooperadores en su misión del Reino, fermento de un “cielo nuevo y una tierra nueva”. La Resurrección de Cristo se expresa en la “nueva Jerusalén” descendida del Cielo, esplendorosa como una novia, morada nueva sin muerte, llanto, ni luto, ni dolor. Nada obsta pues a la alianza nupcial, festiva y gozosa, que Dios quiere con su pueblo, renovado por la Pascua de Cristo y simbolizado en esa Zamora magnifica. Así queremos acoger al Papa León XIV, así queremos orar por él, así esta Iglesia de Zamora se pone en obediencia cordial, comenzando por mí, humilde obispo de esta “Jerusalén celeste”, así lo hacemos todos a su persona y ministerio. La Pascua del Amor… Su Amor “hasta el extremo” vence la muerte y renueva todo. Como cristianos, hemos renacido en la Pascua amorosa de Jesús y este mandamiento nos recuerda que nuestra “existencia cristiana”, en cuanto “existencia pascual”, es vivir realmente este Amor el cual manifiesta en verdad que somos nuevas criaturas al servicio de la Iglesia y del mundo. Bienvenido, Papa León a esta apasionante historia, en la que el Espíritu de Jesús Resucitado le sostiene, le acompaña y le dirige.