Exquisitez artística a la orilla del Duero
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Reportajes de Delegación de Medios de Comunicación Social

31/07/2019

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Exquisitez artística a la orilla del Duero

Dentro de los numerosos esfuerzos que la diócesis de Zamora lleva a cabo para la salvaguarda y puesta en valor del patrimonio cultural, en el año 2012, la ciudad de Zamora pudo ser testigo de un hito en esta ya larga trayectoria. El Museo Diocesano de Zamora tomó forma y quedó ubicado en uno de los más bellos y antiguos templos románicos de la localidad, la iglesia de Santo Tomé.

Datada en el primer cuarto del siglo XII y claro paradigma del románico zamorano, la iglesia ofreció un incomparable marco donde albergar una importante colección artística. En este sentido es más que reseñable la decoración que muestra el interior de Santo Tomé, destacando los capiteles vegetales y, fundamentalmente, los figurados: una adoración de los pastores y una Epifanía, testimonios de la escultura románica, que se unen al discurso expositivo del resto de la colección. Más de un centenar de piezas de pintura, escultura, orfebrería, metalistería, mobiliario y objetos pétreos se acomodan en las diferentes salas, dialogando con el visitante con la intención de difundir con carácter didáctico los contenidos más importantes de la fe católica. No obstante no es su única misión, ya que desde el inicio de su andadura, y en concordancia con las líneas de trabajo trazadas por el ICOM –Consejo Internacional de Museos-, se intentó que el museo fuese “una institución sin fines lucrativos, permanente, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público, que adquiere, conserva, investiga, comunica y expone el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medio ambiente con fines de educación, estudio y recreo”. 

Concebido por su temática como museo de Bellas Artes y Artes decorativas, sus fondos incluyen bienes de diversa naturaleza, tales como arqueología, arte, artes decorativas, etnografía y antropología. La diversidad formal de las obras a exponer requirió una ordenación de la colección quedándose configuradas cuatro zonas expositivas: la capilla del lado del evangelio, donde se exponen las obras de plata y metal; la capilla mayor, donde se muestran las obras pétreas; la capilla de la epístola, donde se exponen los objetos de devoción, y el resto del templo para las obras de escultura y pintura. El resultado de todo ello es un conjunto de obras de diversas épocas con ejemplos estilísticos que abarcan desde el arte hispanorromano, hasta el siglo XIX. Dentro de esta ecléctica muestra, el visitante tiene la oportunidad de toparse con obras, no solo de gran belleza, sino también de enorme calidad. Ejemplos salidos del genio de Gregorio Fernández, Pedro de Mena o Alonso del Arco, artífices que engrosan la lista de los grandes autores de la historiografía del arte español; además de contar con parte de la producción de autores como Sebastián Ducete, Juan de Montejo o Juan Ruiz de Zumeta, grandes exponentes en el ámbito local en sus respectivas épocas.

Además de todo ello, el Museo Diocesano de Zamora lleva a cabo pequeñas exposiciones de carácter temporal a modo de instrumento que permite la difusión y proyección de los fondos museográficos de la diócesis, herramienta de captación de visitantes e impulso de las labores de investigación y conservación. En este sentido, el área destinada a este tipo de proyectos ha acogido ya trece muestras de diversa índole, permitiendo la exhibición de colecciones procedentes de diferentes parroquias de la geografía local, así como, gracias a la colaboración de coleccionistas particulares, la reunión de parte de la obra religiosa de diversos artistas zamoranos; iniciativa que inauguró parte de la producción de Alfonso Bartolomé, y a la que siguieron las monográficas dedicadas a Antonio Pedrero, Jose Luis Alonso Coomonte y, actualmente, Tomás Crespo Rivera.  

                Todo esto dentro de un museo que, más allá de la custodia y exhibición de sus colecciones, se perfila como una institución con función de servicio público y social; y que hace de la ilusión, la dedicación y el esfuerzo los tres vértices de todas y cada una de las actividades desarrolladas en él.

 

 

 

Manuel Benito

Técnico del Museo Diocesano de Zamora

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